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Costumbres tribales y nómadas en el desierto mauritano
Etiopía es uno de los países más fascinantes en todo el planeta.
No solo porque tenga un alfabeto y calendario propios, porque sea el país africano con más monumentos Patrimonio de la humanidad de la Unesco o porque sea el cuarto país del mundo con mayor superficie dedicada a la biodiversidad, sino también porque su historia y variedad étnica son de una riqueza sin parangón.
Etiopía es una tierra de orígenes deslumbrantes: el de la humanidad, para empezar, siguiendo con la Reina de Saba y el Templo del Rey Salomón. Además aseguran que El Arca de la Alianza está custodiada en la ciudad de Aksum.
En Etiopía también tiene su origen el café, que a día de hoy puede degustarse en una ceremonia muy elaborada.
En Libela podemos vivir un cristianismo realmente antiguo e increíble en unas Iglesias excavadas en la roca de una inmensidad que sobrecoge y que provocan una admiración comparable a la despiertan las mejores catedrales.
Pero lo más sensacional de Etiopía, es que toda esta historia y belleza tiene su reflejo en el sur del país, en unas etnias que nos conectan directamente con la parte más enigmática del ser humano y nos sorprenden por la riqueza de sus tradiciones, y sobre todo provocan un impacto visual, con sus colores y sus espectaculares adornos corporales, que es una experiencia que nos acompaña de por vida.