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Viajar étnico es percibir, entregar los sentidos al mundo, sentir la vida en sí. Los viajes no son algo cuantificable; siempre son distintos, únicos, irrepetibles. La vida avanza a una velocidad vertiginosa; es tal el ritmo que muchas veces no tenemos tiempo para apreciar lo que nos está ocurriendo. Este es el drama del mundo contemporáneo. Sin embargo, cuando viajamos, el tiempo se dilata, durante el viaje, se percibe lento. Quedan atrás la velocidad y la monotonía del día a día,

Viajar étnico es percibir, entregar los sentidos al mundo, sentir la vida en sí. Los viajes no son algo cuantificable; siempre son distintos, únicos, irrepetibles. La vida avanza a una velocidad vertiginosa; es tal el ritmo que muchas veces no tenemos tiempo para apreciar lo que nos está ocurriendo. Este es el drama del mundo contemporáneo. Sin embargo, cuando viajamos, el tiempo se dilata, durante el viaje, se percibe lento. Quedan atrás la velocidad y la monotonía del día a día,

Viajar étnico es percibir, entregar los sentidos al mundo, sentir la vida en sí. Los viajes no son algo cuantificable; siempre son distintos, únicos, irrepetibles. La vida avanza a una velocidad vertiginosa; es tal el ritmo que muchas veces no tenemos tiempo para apreciar lo que nos está ocurriendo. Este es el drama del mundo contemporáneo. Sin embargo, cuando viajamos, el tiempo se dilata, durante el viaje, se percibe lento. Quedan atrás la velocidad y la monotonía del día a día,

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